Esta escena de la película francesa Angel-A nos muestra lo que sería un caso ejemplar de baja autoestima. El protagonista, enamorado de una chica a la que encuentra inalcanzable, siente que no vale para nada. Desprecia todo en él, desde su físico hasta su forma de ser, y llega a creerse que no es merecedor de nada bueno. Es un retrato explícito de lo que sería la falta de afecto por uno mismo y de la nula confianza en nuestras posibilidades. Es la imagen de un individuo anulado por sí mismo.
Podemos agrupar los factores que condicionan una baja autoestima en cinco causas principales:
- Tener pensamientos negativos sobre uno mismo. Estas ideas pueden reflejarse de diferentes formas: desde creencias distorsionadas sobre nuestra imagen corporal (el «estoy gorda» de los trastornos alimenticios) hasta diálogos internos que boicotean nuestras acciones («eres un inútil que no sabrá hacerlo», «mejor cállate, no sabes hablar bien»).
- Compararnos con los demás. Nada bueno surge de valorar lo que somos y tenemos en comparación con los otros. Sólo podemos extraer ideas erróneas sobre ‘lo que debería ser’, en una lucha interna sin fin por alcanzar lo imposible, saltando de insatisfacción en disgusto, cuando la clave del bienestar siempre está en aceptarnos tal y como somos. Sólo cuando seamos plenamente conscientes de nuestras virtudes y nuestros puntos a mejorar podremos poner en marcha nuestro potencial.
- No ser asertivos. Ya dedicamos en el blog una entrada a la asertividad. Saber decir que no, ofrecer de forma efectiva nuestro punto de vista, no dejarse engatusar fácilmente, hacernos valorar y saber escuchar a los demás son elementos indispensables para socializar de forma adecuada, lo que repercute directamente en nuestra autovaloración.
- Mantener relaciones tóxicas. Rodearnos de gente que no nos valora, para los que sólo somos diana de sus críticas cuando no desprecios, es una fuente constante de sufrimiento que golpea con fuerza nuestra capacidad de querernos. Sólo alejándonos de este tipo de personas podremos empezar a crecer emocionalmente. Tampoco es nada bueno crear vínculos de dependencia, emocional o material, con nadie y en ninguna situación. Buena parte de nuestra autoestima se nutre de sentirnos válidos como personas libres e independientes. No necesitamos a nadie para ser seres completos, olvidaos del concepto tan dañino de ‘la media naranja’.
- La falta de motivación. Está más que demostrado que uno de los motores de la felicidad es mantener objetivos vitales -firmes, realistas y alcanzables- que motiven nuestro día a día. Cuando nos quedamos sin una ilusión por la que seguir adelante, la vida puede hacerse muy dura, llegando a anestesiarnos emocionalmente hasta hacernos sentir inútiles.
A continuación, os dejo un pequeño test con el que hacer una primera evaluación de vuestra autoestima. Tened en cuenta que simplemente es una herramienta para una aproximación inicial, no ofrece un diagnóstico fiable de lo que os ocurre. Si tenéis dudas sobre la confianza en vosotros mismos, no dudéis en poneros en manos de un especialista que os ayude.